Después de las celebraciones navideñas y de fin de año, tras el jolgorio y la alegría propias de estas fiestas, viene la calma, y con ella un momento propicio para reflexionar sobre nuestras vidas y el mundo en que vivimos, sobre lo acontecido en el año que finalizó, y sobre nuestras metas, sueños y esperanzas para el año que recién comienza.

Doy gracias a Dios por todas las cosas que pasaron en mi vida en el año que concluyó, por las buenas y también por aquellas que no lo fueron tanto porque me sirvieron de enseñanza y me ayudaron a crecer.

Como toda persona que vive fuera de su Patria, en fechas como éstas se entrecruzan los sentimientos y emociones. Por un lado la alegría de poder disfrutar estas fiestas con esas personas queridas que tenemos cerca. Por el otro, la nostalgia y la tristeza de no poder compartir estos momentos con los seres amados que se encuentran en la lejanía de nuestro país, familiares y amigos, que no sabemos a ciencia cierta cuándo volveremos a ver.

Agradezco profundamente poder vivir en un gran país donde reina la libertad y el estado de derecho. Un país que brinda oportunidades a todos sus habitantes, aunque no sean hijos naturales de esta tierra bendita. Un país que te permite progresar y hacer realidad tus sueños, con el fruto de tu trabajo y de tu espíritu emprendedor. Un país, imperfecto como todos, pero donde el que quiere, puede.

Me duele mucho ver a nuestro pueblo cubano sufriendo las penurias y la angustia de la supervivencia diaria, y la falta de libertad y de derechos. Me duele también ver cómo huyen muchos cubanos a como dé lugar, por la vía que encuentren, hacia cualquier destino, aunque a veces se trate de disfrazar lo que verdaderamente ocurre.

Me duele profundamente que muchos cubanos no hayan podido estar estos días tan significativos con sus seres queridos porque la dictadura no les haya permitido a algunos salir del país para visitarlos, o porque les haya impedido a otros cubanos regresar a su Patria, a su casa, a su gente. Y me duele especialmente que haya compatriotas sufriendo prisión injusta por promover y defender el derecho de todos los cubanos a todos los derechos, y que no pocos se empeñen en ignorarlo u ocultarlo.

Pero más me duele y me preocupa la desesperanza, la resignación, la desidia, la indiferencia y la falta de solidaridad de muchos cubanos. Hiere ver imágenes de un acto de repudio u otras acciones represivas y ver a muchos de nuestros compatriotas contemplando indolentemente, a veces incluso filmando videos de esos actos, sin inmutarse, o peor aún divirtiéndose, como si se tratara de un espectáculo de circo. El daño humano infligido durante seis décadas de dictadura castrista en Cuba es mucho más grave que el desastre material e institucional provocado por el totalitarismo comunista.

Pero Cuba cambiará. Y cambiará, no por el cambio-fraude que la dictadura totalitaria cubana trata de vender y que algunos otros, por mezquinos intereses, promueven y tratan de convalidar. Sí, el año que concluyó se impuso una «nueva» Constitución. Sí, ahora nuevamente tenemos Presidente de la República, Primer Ministro y hasta Gobernadores Provinciales, pero todos, al igual que los Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, fueron designados a dedo por la oligarquía mafiosa que mantiene secuestrada la soberanía popular. Los cubanos seguimos bajo una férrea dictadura totalitaria, sin libertad ni derechos. Sólo se ha maquillado la realidad para intentar adecuarla a realidades externas y brindar una falsa imagen de cambio y normalidad democrática que ciertamente no existe ni se pretende que exista. De lo que se ha tratado realmente es de aparentar un gran cambio, sin haber cambiado verdaderamente nada.

Cuba tampoco cambiará por los acuerdos que otros países o grupos de países puedan hacer con la junta político-militar que de manera totalitaria rige nuestra Patria. Esos convenios internacionales, aunque se disfracen de colaboración con el pueblo cubano, al aceptar las injustas y excluyentes reglas del juego impuestas por la oligarquía mafiosa en el poder, en la práctica se convierten en complicidad con la dictadura.

Cuba cambiará porque los cubanos, cada vez más, irán despertando sus conciencias dormidas y dejarán de actuar como zombis programados, para comenzar a reclamar sus derechos. Ya una vanguardia ciudadana lo ha hecho. Más de 35000 ciudadanos cubanos, residentes en Cuba, ejerciendo el derecho constitucional a la iniciativa legislativa, han dirigido una petición a la Asamblea Nacional del Poder Popular, para que sea el propio pueblo quien defina libre y soberanamente su presente y su futuro en un verdadero referendo. Eso es el Proyecto Varela.

No es momento de seguir contando con la buena voluntad, nunca mostrada, de aquellos que han sumido al pueblo de Cuba en la miseria y la esclavitud. No es hora de seguir esperando pasivamente por autorizaciones, permisos y licencias, que no ofrecen garantías jurídicas y pueden ser revocadas de un día para otro, sin más argumentos que el puro capricho de quienes se sienten con el poder de imponer su voluntad sin límite alguno.

Tampoco es momento de confiar en una nueva figura iluminada para que sea quien nos salve y nos traiga la tan anhelada libertad. Llevamos demasiado tiempo sufriendo las consecuencias de los autoritarismos personalistas, para volver a depositar nuestra esperanza en nuevos caudillos mesiánicos.

Es la hora del pueblo. Es la hora de exigir los derechos. Mis derechos. Tus derechos. Nuestros derechos. Todos los derechos para todos los cubanos.

«¡Todos cubanos, todos hermanos, y ahora la Libertad!»